lunes, 29 de octubre de 2012

La caminata más bizarra de mi vida

Planté un pie en el piso. Estaba bajando de el colectivo que me había llevado desde Rosario hasta Retiro, ya que había hecho este viaje para presenciar las charlas TEDx en La Usina del Arte, La Boca (que cubren un amplio espectro de temas que incluyen ciencias, arte y diseño, política, educación, cultura, negocios, asuntos globales, tecnología y desarrollo, y entretenimiento) en las cuales tenía la oportunidad de ir a ver a mi papá, entre otros "oradores" (así los llaman), que daba una charla sobre su experiencia en Malvinas y como él valora la vida desde aquel suceso.
Comencé mi caminata esquivando gente hasta que logré salir de la estación y encontrar la calle que me llevaría a mi destino.
Era la calle Maipú, pasando por estación ferroviaria de Retiro. Mientras caminaba cruzé gente, mucha gente, de todos los tipos. Personas de traje, corbata y maletín, hablando por celulares sobre temas laborales. Otras corrientes, con las mochilas en el pecho por miedo a un robo.
Seguí caminando y empecé a atravesar puestos de comida rápida, de gran variedad, la cumbia era lo que más sonaba en ese lugar, por más que eran las 7 de la mañana y todas las personas que, dormidas, iban a trabajar y caminaban por aquel lugar.
Una mezcla de acentos latinos pero extranjeros se podía diferenciar, personas que habían venido a Argentina para trabajar, como muchas otras, en un puesto por alguna calle.
Habían muchísimos puestos de revistas y mucha basura por las veredas, algunos obreros trabajando y un par de policías en la entrada de la estación de trenes. Algunos vagabundos sin casa, con frazadas mugrientas y desmenuzadas, durmiendo en rincones alejados pero a la vista de todos.
Seguí caminando.
Al cruzar la Avenida Libertador, el panorama cambió de forma tajante. Edificios elegantes se elevaban, algunos con el privilegio de tener helipuertos, otros con cientos de oficinas de trabajo, en fin, se notaba un cambio impresionante, hasta en las arquitecturas de los edificios.
Caminé varias cuadras, hasta llegar al lujoso hotel en el que habían sido hospedados mis viejos. No sabría como describirlo, era un hotel hermoso, con un techo de vidrio, una lámpara de araña muy linda y una recepción agradable, así como la de "Home Alone II". Entré al comedor, para desayunar algo antes de partir. "Bonjour" saludaban los mozos. Una pared llena de vinos, que aparentaban ser de muy buena calidad, el más variado desayuno que uno quisiera probar, todo estaba al alcance de mi mano. Otra mezcla de idiomas, esta vez extra continental, se podía escuchar en la sala.
Fue la caminata más bizarra de mi vida. Me impresionó bastante la desigualdad (en todos los aspectos) que pude presenciar en menos de 10 cuadras. En fin, pude disfrutar de un muy rico desayuno y luego una combi nos llevó hasta el lugar de las charlas.


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